La estructura de la presente antología nos lleva a posicionar a Leticia Asencio como una aportadora a la logoterapia que ha dado frutos, pero para ello, la compiladora nos presenta un proceso claro y definido en la metáfora del sembrador que requiere de una semilla viva en un campo fértil, reconociendo el abono en sus colaboradores más cercanos, y mostrando algunos frutos en la selección de los textos que fundamentan de manera clara a Leticia como aportadora a la Logoterapia.
Leticia se ha preocupado por promover, conjuntar, preguntar y abrirse ella misma a cuestionar: “¿Cómo podemos nutrir esto que ya estamos haciendo?”. Ni siquiera Viktor Frankl nos dejó dicho cómo hacer logoterapia y análisis existencial. Así que, como no había nada más que la teoría, pues había que iniciar desde algún lugar la enseñanza para la práctica. Aquél 1988, cuando Leticia se decide a hacer esto, fue el momento de abrir una puerta a muchos riesgos, los cuales tienen a SMAEL hoy en este lugar reconocido después de treinta y tres años. Ha trabajado bien.
Leticia fundó Ediciones LAG, la cual ha editado hasta hoy veintidós libros de autores de México y de diversas partes del mundo; ello nos acercó a grandes referentes en nuestra terapéutica, como por ejemplo Elisabeth Lukas, Joseph Fabry y Eugenio Fizzotti. Creo que, a partir de este proyecto, lo que hace Leticia es ofrecernos las diferentes logoterapias de otras partes del mundo, con sus particulares perspectivas. Ello nutrió a quienes nos formábamos, y aún lo sigue haciendo. De la misma manera, así hemos sido leídos y conocidos en otros lugares, a través de la Colección Sentido, que ha hecho llegar nuestros aportes mexicanos a otros países. No sólo en Latinoamérica, también en Europa se conoce el trabajo que se hace desde SMAEL en cuanto a pedagogía.
Este tipo de aportes han convertido a Leticia en un referente, respecto a una manera organizada, sistematizada, profunda y comprometida a la hora de formar terapeutas. También ha ido promoviendo diferentes planes de estudio, enriqueciéndolos constantemente.
Deseo agradecer por todo ello. Agradecerle a Leticia por todo lo que he mencionado, aunque también por muchas cosas más: ¡Por comenzar la idea, el sueño de traer la logoterapia y el análisis existencial a México! ¡Por arriesgar todo lo que hubiese tenido que hacer para conformar un instituto! ¡Por poner esa cabeza y ese corazón en favor de él! Creo que muchas personas, no solamente yo, hemos tenido una vida antes y después de la Sociedad Mexicana de Análisis Existencial y Logoterapia. Nos ha hecho poner bien los pies, la cabeza y el corazón en la tierra, de donde han surgido frutos. Esto no hubiera sido posible si Leticia no hubiese pasado por aquel lugar, de carencia de recursos, para acompañar en el sufrimiento.
A partir de entonces, ella soñó un espacio para ayudar, y después, un espacio para formar a otros que ayuden. Es gracias a ella que surge la posibilidad de “no sólo venir de una cierta vida,” sino también, la posibilidad de vislumbrar otra como una existencia espiritual, siempre un porvenir con esperanza y con responsabilidad, libertad, conciencia… Ha sido el aporte de Leticia, en México, hacer de la logoterapia una escuela para la vida, y del análisis existencial un dibujo preciso de lo que somos y podemos ser como seres humanos.
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